miércoles, 7 de mayo de 2008

DE ALMERÍA A NUEVA YORK Y DE VUELTA A ALMERÍA,

Yo era muy serio y todos me rechazaban.
Cuando uno sufre soledad desarrolla un alma, y un alma es necesaria en el arte de crear

Tras ver las obras de Castellón yo diría que ya tenía el alma, lo que desarrolló fue una sublime y simbólica manera de expresarla: crear para él no era otra cosa que traducir ese mundo interno, rico en experiencias, en historias, la historia de otra familia almeriense que abandona su tierra y cruza el océano para mejorar. Y fue su alma la que le valió el respeto de su entorno, sus dibujos son los que le abrieron las puertas, su arte fue lo que lo dignificó.

Conocía de antes la obra pictórica de Castellón, me interesaba ese surrealismo personal y mediterráneo que me recordaba a Dalí pero que no permitía en ningún momento confusión alguna, donde el mar del sur y las montañas áridas de nuestra tierra aparecían de una manera familiar y fluida, como si hubieran estado allí siempre, donde veía las nubes densas y compactas que no amenazan lluvia, sino directamente tormentas. En la exposición me encontré dibujos, aguafuertes y litografías, que me hablaban con elementos oníricos, con símbolos universales, con un trazo virtuoso y con un dibujo fácil, que me recordaba al Bosco, y, al mismo tiempo, me parecían obras completamente contemporáneas. Disfruté, soñé y mi imaginación jugó con los personajes, daba igual que fueran reales, como en la Carpeta China, o ficticios como en las ilustraciones para la obra de Poe.

Federico Castellón era simbolista, sin embargo, la historia del arte, en la actualidad, lo cataloga como surrealista, uno de los grandes surrealistas americanos, aparece como pintor, se le estudia como ilustrador y grabador. Pero sobre todo era un comunicador con necesidad de sacar fuera de sí toda su riqueza interior, un virtuoso del dibujo que encontró en el grabado y en la litografía, una manera más asequible de arte, donde sus capacidades se sentían cómodas y podía plasmar toda la riqueza plástica que su conocimiento de la técnica y su alma necesitaban.

Tenemos en el Museo de Almería ahora una muestra rica y descriptiva de su obra gráfica, una exposición montada con algunos grandes gestos de amor y admiración. Una visita que nos habla de un hombre nacido en Alhabia, que la historia lo situó en Nueva York, casi por casualidad, y que, apoyado por su madre, consiguió ser considerado uno de los grandes de la pintura contemporánea en Estados Unidos. Todos debiéramos pasar por el museo y valorar así una exposición de calidad y colaborar en su máxima difusión, en lograr que nuestros jóvenes conozcan el alma de Castellón y su singular historia personal.

Hecho en falta, quizás, y partiendo sin duda de este trabajo, algo más de investigación, de contextualización del artista, de su entorno profesional, de la técnica, y sobre todo de la pintura. Hecho en falta que nos preocupemos más por los hijos de esta tierra que tuvieron cosas que decir y que las dijeron. Pero todo se andará.

CARMEN RUBIO SOLER