viernes, 8 de febrero de 2008

SONATA INACABADA, OBRA PICTÓRICA DE ANTAC

Siempre ha presentado unidad la obra de Antonio Acosta, siempre hemos podido ver en ella riqueza de símbolos e imágenes relacionados con nuestra cultura. Y ahora hay unidad simbólica, riqueza de texturas y evocaciones constantes al mar, a la tierra, a la mirada, a la emoción. Es una obra madura.
Es una obra seleccionada para acompañar a la obra poética ganadora del primer concurso-homenaje de poesía a Manuel del Águila, de la que es autor José Manuel López-Cepero. Pero estas 25 obras, más que seleccionadas parecen realizadas para dicha obra. Parecen realizadas para la memoria de nuestro amigo Manolo.
Antonio, o Antac, como se le conoce en el mundo del arte, (yo prefiero seguir llamándote Antonio), nos presenta un conjunto de composiciones equilibradas, centradas, y paradójicamente algo atrevidas al buscar un punto de vista que nos recuerde una mirada más exagerada, más extrema, en picado, desde abajo, elevando el horizonte y dando así más cuerpo y protagonismo, quizás, ¿al mar?…; otras están inclinadas, como estiradas, evadiéndose, arrancando a volar, sensación a la que somos más sensibles al elevar el centro de atención de la composición.
Las texturas respetan el equilibrio y la composición, son limpias y apoyan al color, no pretenden quitarle su papel, ellas son, y existe tal abrazo entre ellas y la obra que no dejamos de verlas y disfrutarlas.
Pero a pesar de tener una composición correcta y un trabajo maduro de texturas, la obra no es abstracta. Los símbolos, las figuras y los elementos, que le dan el punto poético para que nos encaje perfectamente con la Sonata Inacabada de López-Cepero, forman un universo de imágenes en el que aparecen constantemente miradas, semblantes, ojos que expresan, que comunican su propia versión de los poemas, su personal emoción ante las palabras, la música, la voz del poeta. Acosta completa así el poemario, nos ayuda a los que nos encontramos más cómodos en el lenguaje visual, complemente otra obra, colabora en una visión global, en un homenaje que, para ser completo, debería ser también musical, corporal, escultórico, flamenco…, como era Manolo.
Antonio nos muestra aquí su obra más madura, más reposada, una obra en la que algunos, los de siempre, podemos ver su desarrollo artístico desde el principio, desde que ya intuía el valor del objeto, del símbolo; ese objeto que, metafóricamente, se paseaba entre las manos de los espectadores-observadores-miradores en una exposición, sin que apenas repararan en él, pero que dominaba todo el concepto comunicado por el artista.
Antonio aquí nos muestra que lo que vale vale, que se puede ser conceptual y figurativo, dar valor a la composición tanto como al mensaje, trabajar junto a otros artistas y engrandecer la aportación de todos. En el arte hay que ser generoso.
Hemos podido ver esta exposición en la capital, pero este verano la podremos disfrutar en la provincia, el IEA la lleva a Nijar, Vicar, El Ejido, Olula, Macael, EL Alto Almanzora, etc.